martes, 2 de junio de 2015

Campo en monodosis




Turismo rural. Recuerdo cuando comenzó a crecer esta práctica y veíamos en la tele a aquellos primeros urbanitas que (atención!!) pagaban por pasarse una semana entera en una casa de labranza, dando de comer a las gallinas, sachando en las huertas y ordeñando vacas. Un sinsentido para una buena parte de la ciudadanía que había luchado por salir del campo en busca de una vida mejor en las grandes urbes mundiales.

En mi caso, llevaba haciendo turismo rural toda la vida, sin saberlo, porque soy nieta de aquellos que cambiaron campo por ciudad, y, de vez en cuando, visitábamos a la familia. Pero nosotros no le llamábamos turismo rural sino "ir a la aldea". Siempre me he sentido parte del campo y me invade una felicidad absoluta cuando me veo en el coche serpenteando entre "leiras" para ir de visita a las casas donde nacieron mis abuelos. Cuestión de raíces, imagino, porque lo cierto es que nunca me he pasado más de unos pocos días allí y seguramente, si lo hiciese, no tardaría en echar de menos hasta el humo de los coches.

Recuerdo lo feliz que me hacía que mis padres me dejasen dormir en la aldea, aquello era diversión y libertad de movimiento garantizadas. Lo que se dice por estos lares, "andar ceibe". Levantarme por la mañana en casa de los tíos y tías de mi madre, escuchando tan solo a los pajaritos. Bajar a desayunar aquellos tazones de leche de vaca recién ordeñada y que me dejasen ayudar, a lo que fuese. He tenido oportunidad de recoger patatas, ir a cortar la hierba, dar de comer a las vacas, llena de tierra hasta las cejas ... en fin, lo que viene siendo turismo rural. 

Ahora que soy mayor ya no me quedo en casa de la familia, y de vez en cuando me voy con mis amigos de turismo rural, del de pagar. Pequeñas dosis de campo, que te ayudan a recargar las pilas a tope y, sobre todo, a sentirte libre del reloj, porque, en el campo, las horas las marcan el sol y los animales.

En esta ocasión, ocho desde A Coruña y seis desde Valladolid, fuimos a caer en medio del Bierzo, en  la casa de turismo rural El Carballal, en el Valle de Finolledo. Una delicia de paisaje y la casa más equipada que yo haya visto en mi vida.







Turismo rural. Es una de las mejores alternativas para ir en pareja, porque no hay ruido ni interrupciones, y te reencuentras. Es una de las mejores alternativas para ir en pandilla, porque puedes hacer todo el ruido que quieras. Y es una de las mejores alternativas que hay para ir con niños, me atrevería a decir que la mejor.

Un fin de semana de amigos, con unas indiscutibles protagonistas, las gallinas y las vacas. 









Y cuando cae el sol....







... cuando se hace de noche y los niños duermen, pues qué os voy a contar, no se parece mucho a las casas rurales premamá, porque ruido, lo que se dice ruido, no se puede hacer, pero unas buenas risas, entre señoras y señores, a la luz de la luna, sí que nos hemos echado.






*Lo de la leche de vaca, es una trola como una casa..no, no es que no la hubiese, que la había! Es que no me gusta nada, nada, nada...  Y no me digáis que la historia no queda mucho mejor así. XD.



sábado, 21 de marzo de 2015

De cómo casi no vemos el eclipse.


Cuando hace unos días me enteré de que desde Galicia podríamos disfrutar del eclipse de sol, por un momento pensé que sería buena idea llevarme a Emma a verlo, pero después del inicial pensamiento pasional, Qué gran idea! vino el pensamiento racional, Qué mierda de idea!.
 
La palabra eclipse suele venir seguida de otras como lesiones oculares irreparables y ceguera. Cómo conseguir que Emma no mire directamente al sol cuando una misma ha caminado en tensión  por las calles, mirando al suelo fijamente, cada vez que un fenómeno similar ha podido verse desde aquí? Sin darle muchas más vueltas, triunfó la razón y decidí que lo mejor sería quedarnos en casa y evitar salir durante el impresionante, pero malvado, fenómeno.

Cuando ya tenía asumido que me lo iba a perder, un mensaje de mi cuñada Cintia, invitándome a acompañarlos a  la Casa de las Ciencias, me impulsó de un salto a la ducha y en apenas media hora allí estábamos, tres ilusos, creyentes de que nos facilitarían unas gafas (esas gafas, de cartulina que, contra todo pronóstico, te permiten ver el eclipse en condiciones de total seguridad). Craso error, no había gafas, así que nos dedicamos a disfrutar del ambiente, no sin antes prometer no mirar al sol directamente.
 
Y así fue, no miramos, mejor dicho, no vimos, y este es un ejemplo de la importantísima, y a veces minusvalorada, diferencia entre los dos verbos.  Mirar sí que miramos, siempre sin querer, por supuesto, pero las abundantes nubes evitaron que viésemos el eclipse. Una vez más tenemos que agradecerle a nuestra inestable climatología que se preocupe de nuestra salud, interponiéndose entre nosotros y el astro rey. Se puede tener más suerte!

Como os decía, gracias a las nubes, no vimos el eclipse, porque seamos sinceros, cuando nos dicen que no puedes mirar a algo, una fuerza irracional nos dirige la vista (quizás la misma que dirige todos los golpes contra el dedo en el que te has cortado la semana pasada). Pensadlo, cuántas veces le habéis dicho a alguien Oye, no mires, pero por ahí viene fulanito, y os ha servido de algo? Dejemos de comenzar las frases con no mires, es mucho más efectivo reconocer la existencia de esa fuerza irracional desde un  principio y cambiar el no mires por, por ejemplo, Mira disimuladamente.
 
Pero qué pasa cuando no se puede mirar ni disimuladamente porque la consecuencia es catastrófica? Dejamos de mirar?

Mi caso favorito es el de Edith, la mujer de Lot, de la que me declaro fan incondicional, que desobedeciendo la orden de Yahvé de girarse para ver la destrucción de Sodoma se convirtió en estatua de sal. Si ayer nos hubiésemos convertido en estatuas de sal todos los que, desobedeciendo la voz de los expertos, miramos, directamente, de soslayo (así como quién no quiere la cosa), o por simple error, hoy habría que sortearnos por las calles.

La pobre Edith no era muy previsora, eso o le faltaba un poco de picaresca, porque con un espejo hubiese evitado el trágico y estático final, dado que la orden de Yahvé fue clara (además de absolutamente caprichosa y carente de fundamento), no darse la vuelta.

Ayer mientras estábamos noviendoeleclipse, y muy probablemente cargándonos el sensor de la cámara del móvil de Cintia (o no, eso está por ver), detectamos que apenas nadie llevaba las supergafasprotectorasdecartulinadelamala. La gente aparentemente asumía el mandato de no mirar, pero miraba. Venga radiografías, venga cristales ahumados, venga gafas de sol, y casi nada de visión indirecta. Cuántas veces nos tienen que decir que eso no vale para nada? Los eclipses no son muy frecuentes pero tengo la sensación de haber oído estas indicaciones todos los meses de mi vida. Las radiografías no valen!!! A los pobres expertos no les hacemos ni el más mínimo de los casos.

Pero lo que ayer se llevaba la palma era el móvil. El selfie con el eclipse de fondo era lo más perseguido. Pena que Edith no hubiese tenido un Smartphone, porque se hubiese hecho un selfie con Sodoma ardiendo al fondo (ardiendo nos los imaginamos, dado que no hay fuentes que puedan confirmar de manera fehaciente de qué modo aconteció la destrucción exactamente, por haberse convertido todos en estatua de sal). Trending topic!
 
En las noticias de hoy no he visto nada, pero como decía Luis, al menos cuatrocientas cegueras debería de ilustrar las páginas de nuestro periódico local. Será que el problema es ese...mucho no mires, no mires, pero luego miras y no pasa nada o al menos no te lo cuentan. Aunque lo cierto es que, aunque nos lo cuenten...no solemos hacer mucho caso.
 
Al final, vimos el eclipse. Fuera vergüenza y a pedir prestadas unas gafas, que un chico muy amablemente nos prestó para que pudiésemos disfrutar del eclipse unos segundos cada uno de los tres. Suficientes para ver el maravilloso fenómeno, que suscitó los aplausos de un animado público que, en su mayoría, no estaba muy preparado, pero que espero que esta mañana se haya levantado con su vista al 100%.
 
A ver si el lunes descargo unas fotos del ambientillo y os las enseño por aquí! El eclipse mola un montón, pero a mí me sigue gustando más fotografiar gente, sobre todo porque no me estropean el sensor de la cámara!
 
Disfruten del finde!

jueves, 12 de marzo de 2015

Trastornos alimenticios en la red.



Descubrí las enormes posibilidades de la red en mi examen de derecho mercantil II. Había entrado en vigor la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal y la pregunta de examen estaba cantada, un comparativo con la ley anterior.  Me encontraba en la biblioteca de la facultad cuando, preparándome el esquema, se me encendió la luz de estudiante, "esto ya tiene que estar hecho fijo".

Tecleé en Google, en el único ordenador con internet al que teníamos acceso los estudiantes de la facultad por aquel entonces, y, en un pis pas, un magnífico comparativo publicado por el diario El País. Leyes en mano, lo revisé, hice unas cuantas anotaciones, y en apenas una mañana tenía lista la pregunta de examen que me dio mi título universitario.

Desde aquel día no concibo sentarme a realizar cualquier tipo de trabajo sin antes darme una vuelta por aquí. La información es desbordante, pero si sabes seleccionar y confirmas lo que lees, tienes todas las soluciones en tu mano.

Por aquellos tiempos comencé también a utilizar el Sancta Santorum de las bases de datos de jurisprudencia y descubrí lo complicada que tenía que ser antiguamente la abogacía, buscando sentencias en aquellos voluminosos tomos jurisprudenciales, en plan "El tiempo es oro", saltando de uno a otro. Entretenido, pero una auténtica pérdida de tiempo.

Las nuevas tecnologías son lo más, lo han cambiado todo. Tenemos acceso a todo el conocimiento, lo que nos permite trabajar con gran fundamento de forma muy rápida.

Tiempo y conocimiento, es lo que yo he ganado con internet, al menos en lo tocante a lo profesional.

No me voy a detener en todos los usos que le doy en el terreno personal,  pero muchas de las decisiones que tomo van precedidas de un chapuzón en la red. Hoteles, restaurantes, recetas, libros, música, tecnología, decoración, moda, política... Además de solventar mis múltiples curiosidades geográficas, históricas, sociológicas, científicas... la más reciente, la desaparición del mar de Aral.

Como decía, estar informado también da trabajo, porque te toca contrastar, y no siempre es fácil. Hay que saber buscar fuentes fiables (Foro en femenino y Foro más que coches no lo son!), y leer de todo.

Esta labor se vuelve inexcusable cuando vamos a utilizar esa información para tomar decisiones sobre nuestro propio cuerpo, o lo que es peor, sobre el cuerpo de otros. Aquí se llevan la palma los masters en diagnosis clínica en los que nos autotitulamos por la universidad de Google (Gente, hay que ir al médico y dejarse de tanto autodiagnóstico!).

En internet está el mundo, y como en el mundo hay mucha mierda, en internet también la hay.

Recuerdo que hace unos años Pedro Piqueras nos informaba sobre la proliferación de una serie de blogs que fomentaban la anorexia bajo el título, blogs pro ana y pro mía, en referencia a los dos trastornos alimenticios más conocidos, la anorexia y la bulimia. Aquel episodio, que me pareció aterrador, se borró de mi mente al tiempo que apagaba la tele, y hace unos meses, se volvió a presentar.

No lo voy a negar, yo no voy al endocrino, claro que no! Cuando voy cambiando de estación y veo que sigo sin entrar en mi antigua ropa (no, no la del instituto, la de antes de Emma y Raúl), me invaden los  buenos propósitos y busco en internet recetas saludables (nunca dietas de famosos doctores, que no son doctores!) Pues en una de estas búsquedas me encontré con una de esas aterradoras páginas. Me imagino que el hecho de haber sido madre, entre aquel informativo y el día que lo vi con mis propios ojos, ha debido de influir, pero me entraron ganas de llorar.

Presentan la enfermedad como un estilo de vida.

Ojo, un estilo de vida fabuloso, basado en el sufrimiento y en el engaño. Engaña a tu estómago (debe ser un trabajo titánico después de haberte comido en todo el día una lata de atún, una manzana y un café).  Engaña a tu familia y a tus amigos (No le cuentes a nadie que nos lees. Esparce comida por la casa para que parezca que has comido. Dí que estás enferma). Engáñate a ti misma (A las chicas gordas no las quiere nadie).

En Francia este tipo de páginas están prohibidas, en España lo están intentando las familias desesperadas con hijas e hijos que se están lesionando y dejándose morir (quién sino!). Creo que el fin que persiguen es bueno pero, desde mi punto de vista, no creo que esta sea la solución. Los adolescentes son listos, muy listos, e internet imparable. Aunque las prohibamos, no van a desaparecer.

La causa del problema no reside en las personas que escriben estos blogs (ellas son las primeras en padecerlo), por lo que tampoco podemos buscar allí la solución. La empresa es mucho mayor. No me canso de repetirlo, el problema es el mensaje que recibimos (y, sin mucha conciencia de ello, también entregamos) constantemente.

Este fin de semana leía una revista de las que acompañan a los periódicos con un nombre que ya de por sí discrimina al lector por género. Es una locura. Se pasa, sin ningún tipo de pudor, de mujeres directivas en el ámbito tecnológico a como endurecer el culo para el verano. Y porque no leo revistas que me discriminan a mí por mi condición de hembra, pero puedo imaginar  que el contenido será muy similar, y recordemos que la anorexia hace tiempo que ha dejado de ser una enfermedad reservada a las chicas, aunque en ellas es donde encontramos una mayor incidencia.

La semana pasada, con horror, contemplé un nuevo local que ha abierto en mi ciudad para hacer fiestas de belleza y de modelos para niñas. Ojiplática observé, a través del cristal, como varias niñas de unos 10 años salían de una cabina con un albornoz rosa (todo allí era rosa) y la cinta en la cabeza, preparadas para recibir un tratamiento facial. Niñas hermosas, fuertes, sanas.

¿De verdad podemos celebrar allí el cumpleaños de nuestras hijas y luego decirles aquello de que "la belleza reside en el interior"? ¿No sería mejor que se pasasen la tarde alimentando a las focas en el acuario, jugando a la caza del tesoro o tirándose globos de agua en el parque? En mi cabeza no cabe. Pero bueno, puede que sea corta de miras y alguien me pueda convencer de que no están mal, y de que es constructivo que una niña se pase la tarde pintándose las uñas y leyendo revistas de cotilleo (en la página web del local en cuestión se presentan de esta guisa). O quizás alguien argumente que es divertido ... en cuyo caso le diré unas cuantas cosas que a mí me parecían divertidas en la infancia y que hoy creo que son poco adecuadas para mis hijos.

Criar es una carrera de obstáculos y da mucho trabajo. Estar al día. Informarnos. Saber que existen estas páginas. Conocer su contenido para detectar las señales. Fortalecer la autoestima de nuestras hijas e hijos para que no sucumban a la triste vida que se esconde detrás del engaño. Cuidar los mensajes que enviamos, sobre la belleza y el aspecto físico (sí, ya sé que soy una pesada y una radical pero los juegos y juguetes que seleccionamos para nuestros hijos e hijas son clave en su desarrollo). Y aún con todo esto, no será suficiente, tendremos que luchar contra al mundo. Si no existe un posicionamiento inequívoco de las administraciones, sino existe una apuesta por la educación, la información, y la sanidad, si las madres y los padres están solos en esta carrera de la crianza, no será suficiente.










lunes, 23 de febrero de 2015

Te voy a prestar un libro buenísimo.



Le pido a la RAE que revise este texto y valore incluir la siguiente aclaración:

Prestar: Entregar algo a alguien para que lo utilice durante algún tiempo y después lo restituya o devuelva.

Prestar: Entregar algo a alguien para que lo utilice durante algún tiempo "con la esperanza de que" después lo restituya o devuelva. 





Cuando recibimos un libro en préstamo rara es la vez que alguien tiene en mente no devolverlo pero, como el objeto en sí es pequeño, cuando lo acabas empieza su periplo.

Al prinicipio lo colocas en algún lugar en la entrada de tu casa, hasta que alguien te pregunta, harto de verlo estorbando por el medio, si no tenías que devolverlo. Así que lo colocas en otro lugar, un poco más apartado, pero no demasiado, hasta que vuelves a oír -¿Pero esto está aquí todavía?. Han pasado meses y como te das cuenta que al prestamista no lo verás hasta las próximas navidades, cometes el grabísimo error de colocarlo en la libería, donde posiblemente se quedará ... para siempre.

Cuando eres tú el que presta el libro, generalmente todo comienza con una inocente conversación sobre lo mucho que te ha gustado tal novela. Es fundamental (repito, fundamental) que esa conversación no se dé en tu casa, si es que lo quieres conservar, porque lo verás desaparecer esa misma noche ... para siempre. Si la conversación es fuera de casa, todo quedará en aguas de borraja, porque aunque te lo pidan, te olvidarás una y otra vez de prestarlo (sin maldad ... o con ella).

Existe una excepción que es la del "compartón", esa persona a la que le encanta compartir sus descubrimientos, literarios, musicales, cinematográficos ... El "compartón" te traerá el libro sí o sí ... de hecho te lo traerá aunque no lo quieras leer, y como si de un exámen se tratase, cada vez que te vea, te preguntará si te ha gustado.

Prestar cualquier cosa no debería ser un problema. El problema real es que no sabemos pedir que nos devuelvan las cosas. Simplemente nos da vergüenza.

Lo de pedir un libro que es tuyo es algo así como pedir que nos pongan lo que queda de la botella de vino para llevar. Claro está que esto pasa con la bebida, porque con la comida siempre podemos utilizar al pobre perro. Nos da vergüenza pedir que nos envuelvan la comida para llevar, una comida que hemos pagado y que va a acabar en el contenedor, aunque bien nos pudiese haber solucionado la comida del día siguiente.


Dicho lo anterior, si te decides a prestar, y eres un vergonzoso nato, deberías tener siempre en cuenta las siguientes pautas:


1º Hay cosas que se prestan (prestables) y cosas que no (imprestables)

 Es muy importante limitar que es lo que puedes dejar con la esperanza de que te lo restituyan. Véase:

Cosas que se suelen devolver:

El coche.
La bici.
Tu casa.

Cosas que no se suelen devolver:

Los libros.
Los apuntes.
Los discos.
Las películas.


Cosas con las que no deberías probar (salvo que te vaya este rollo):

Tu pareja (recordad aquella " Una proposición indecente").


2º Personas a las que se presta y personas a las que no.

Prestar sin riesgos:

A la familia. La confianza da asco. Vas a su casa y lo coges.

A los "amigos familia". También da asco esa confianza, así que aplicas lo anterior.


Prestar sin esperanza alguna:

A tu jefe/a.
A un conocido (Conocido? Seguro? Sabes cuántos prestables puede albergar esa persona en su librería?...que huevos tienes!).
A tu amigo que vive en Australia (Llévatelo, para leerlo en el avión ... ¿?) ¿Estás de coña? Regálaselo directamente! Todos os quedaréis encantados con la situación y no se albergarán falsas esperanzas.


3º Mide los tiempos.

Como en el caso del "compartón" no pretendas que una persona que trabaja 10 horas diarias, que tiene cuatro hijos, un perro, un pez, que hace running y que tiene un blog se lea un libro en una semana ... cuatro meses es un límite aceptable.


3º Fórmulas para pedir que te devulevan un "prestable":

Si pasado ese tiempo no ha habido suerte, prepárate para pedir. Lo ideal es olvidar la vergüenza (estúpido y limitativo sentimiento del que hablaré otro día porque da mucho de sí), y pide por esa boquita. Si no puedes luchar contra ella, ahí te van unas fórmulas.


1. - Por cierto, ¿qué te ha parecido el Ensayo sobre la ceguera?

Es una pregunta inocente. El prestatario no tiene porque sospechar que detrás de esas palabras se esconde el desasosiego que te supone ver el hueco del libro a diario.

Si, después de tres años y medio, te contestan "todavía no he tenido ni un minuto para empezarlo", simplemente, olvídate de él.


2. - Mi madre me ha pedido el Ensayo sobre la ceguera. No te apures, eh?. Cuando lo termines.

Si quieres meter un poco más de presión cambia madre por jefe/a.


3. - ¿No tendrás el Ensayo sobre la ceguera? Yo lo tenía pero no lo encuentro por ningún lado, y me apetecería volver a leerlo. 

Ojo con esta fórmula. En ese momento puede que el libro en cuestión esté en la estantería del prestatario. Su cerebro puede hacer click y asumir que aquel libro que tiene en la estantería, que no recuerda de quién es...es suyo!! Toda la vergüenza desaparecerá y te enzarzarás en una discusión que de elegante tendrá poco... o eso o te irás para casa con cara de tonto.

3º El lugar.

Nunca, nunca, nunca, te vayas de una casa en la que sepas que hay un "prestable" tuyo sin utilizar una de las fórmulas anteriores. Tu estrategia se irá a pique si se te ocurre solicitar la devolución de un prestable de copas. 

Aún así, si te decides a hacerlo en cualquier otro lugar y, depués de utilizadas las fórmulas anteriores, el prestatario se pone como un tomate y te contestea "- Soy un desastre, lo he tenido sobre el taquillón de la entrada durante meses". Puedes albergar ciertas esperanzas ... pero no te confíes. Has abierto la puerta correcta pero existen muchas posibilidades de que se vuelva a cerrar, todo dependerá de ti. 

- No te preocupes, mañana quedamos para un café y me lo bajas. 
- Mañana no puedo. 
- Pues pasado mañana.

Si te vas si concretar la  fecha de devolución la has cagado a lo grande. Ciao "Ensayo sobre la ceguera". Ya no podrás volver a utilizar las fórmulas inocentes sin que se te vea el plumero.


¿Por qué se me ha ocurrido todo esto?

Porque hace poco, en casa de mis padres, estuve revisando los libros que tenía en las estanterías, y hay varias novelas que me he quedado ... sin querer. Irte de casa de tus padres a veces es muy gradual y, cuando te das cuenta han pasado 20 años y has perdido todo contacto con el prestamista desde el año 98. No tengo vergüenza (y en este caso si es un sentimiento que debe primar) ... pero lo peor de todo es que ni recuerdo de quién son :-(.

Como si de la lista de Earl se tratase recopilaré todos los prestables que tenga por casa y trataré de devolverlos, y de paso, a ver si le  echo valor para pedir uno que presté hace 20 años y que me gustaría recuperar ... por aquello del valor sentimental. En realidad todo este post es para eso, así que a ver si tengo suerte y alguien se da por aludido ... aunque sé que lo que me lloverán serán reclamaciones! 

No es preoucupéis, todos vuestros libros están a buen recaudo, en mi librería!







viernes, 20 de febrero de 2015

Cómo se hace una bastil-la *




Lo mejor sería que te hicieses con una amiga marroquí. Yo fue lo que hice, aunque la muy condenada se pasó años jurando que ella no sabía cocinar y que lo de ella era hacer bocadillos. Si es este tu caso, no la creas. Es muy posible que, dada la laboriosidad de sus platos, más que mala cocinera sea una tía vaga (XD) o, siendo bien pensados, simplemente modesta.

Si no has conseguido hacerte con la amiga marroquí, o la tuya no te miente y únicamente sabe hacer bocadillos, puedes seguir la receta de mi amiga ... recordando siempre que ella mantiene que no sabe cocinar. 

Lo primero es hacerse con un pollo, más o menos gordito dependiendo de los comensales, del número y del saque. Parece ser que por aquellas tierras lo preparan con paloma pero de momento yo, al menos, no la he incluído en mi dieta. 

Se asa entero, sin piel, y se adoba (atención en este paso es muy importante seguir las indicaciones al pie de la letra) con:

Sal: muy poco (lo que viene siendo la medida que está entre nada y poco)

Canela: 2 ramas ... o 3 (menos mal que son ramas de canela y no corderos).

Aceite y perejil: al gusto

Cúrcuma: media cucharilla

Jengibre: más o menos, así como....venga, media cucharilla también.

Azafrán: azafrán, azafrán. En este caso es mejor que sea poco por lo del precio, pero estírate y pasa del colorante alimentario que la ocasión bien lo merece.

Pones el pollo con un kg de cebollas (cortadas en juliana) en una olla, a fuego lento hasta que esté doradito y bien hechito. Te darás cuenta que está perfectamente hecho cuando al mirarlo te entren unas ganas irresistibles de comértelo.



Después te haces con un paquete de pasta filo, y lo preparas tal cual pone el envase. Derrites mantequilla y vas pintando con una brocha las capas de pasta, intercalando una en vertical y otra en horizontal para después cerrar la bastil-la "tipo paquetillo".

Aquí nos lo tomamos al pie de la letra y la emprendimos a brochazo auténtico, a falta de utensilios más profesionales (si alguien se comió un  pelo de brocha, no se quejó ni le sentó mal, que nos hayan comunicado).


Después desmenuza el pollo. Sé que tienes hambre, pero déjalo que se enfríe por favor o te abrasarás los pulpejos! Y no te lo comas todo mientras sigues con la receta o no quedará ni para una empanadilla.


Mientras vas picoteando del pollo, fríe unas almendras (nada de comprarlas fritas, eh?) En abundante aceite y sin dejar que se te churrusquen en exceso. 

Deshazlas en un mortero (nada de minipimer que hay que encontrar los trozitos) y mézclalas con azúcar glass (me han jurado que esto no es un postre).


Todo el salseo que se te ha quedado en la olla con la cebolla y demás lo dejas reducir, y cuando ya no quede nada de líquido lo cuajas con un huevo batido y lo mezclas todo con el pollo

Si eres como yo, y no tienes olla a presión porque en alguna ocasión has oído que pueden explotar, sólo habrán pasado cuatro horas desde que empezaste a cocinar pero se acerca el final, toca rellenar.
Despúes pones en una primera capa el pollo y luego el picado de las almendras, cierras el paquete y lo metes en el horno, precalentado a 180º. En 20 minutejos tendrás tu bastil-la preparada.

 

Si te sobran almendras mejor porque así decoras el pastel en cuestión y te vas comiendo alguna que son muy sanas.



Servir y comer. 

Charlar con los amigos y seguir comiendo.

No comer mucho porque llena un montón (me lo agradecerás).

En cuanto al acompañamiento, si eres muy purista, pasarás del vino y te aliarás con un buen té moruno.



*Para Meri, de regalo de cumple atrasado, la receta que tanto querías, que no es mía, es de Leyla, a la que ya echamos de menos.

viernes, 13 de febrero de 2015

Señoras a las que les encanta La Fortaleza



Cuando los niños te llaman señora, por mucho que tu abuela de 90 años te diga que eres una chavalita, por mucho que controles de nuevas tecnologías, redes sociales y demás, no te ofendas,  si te lo dice un niño o adolescente "vas mayor".  

Además de los niños, te lo dice tu gobierno, dejándote fuera de toda ayuda al emprendimiento juvenil, subvenciones para el alquiler y exenciones fiscales en la compra de vivienda. Te lo dice el banco, que ya no te hace la tarjeta joven. Te lo dice la ginecóloga, cuando te propone hacerte un amniocentesis. Te lo dicen los medios de comunicación ... no te empeñes, cuando hablan de la juventud de hoy en día, si un niño te ha llamado señora, ya te puedes poner en el bando de los que dicen "en mis tiempos esto no pasaba", y quedarte tan ancha disfrutando de tu nuevo status de Señora.

Si sabes quienes eran Santiago Carrillo, Manuel Fraga, Adolfo Suárez, y crees que los jóvenes que no los conocen son  unos incultos y que la culpa de todo lo tiene la LOGSE, pregúntale a tus padres por su reválida de sexto y su opinión de la EGB ... Señora!

Cómo no te van a llamar Señora, si vas por ahí recordando lo que te cundían 100 pelas (ni se te ocurra hablar de veinte duros que me lo pones mucho peor!).

Cómo no te van a llamar Señora, si cuentas que tus padres te ponían un candando en el teléfono para que no pusieses conferencias a tus amigos del campamento de verano, que vivían en la lejanísima tierra de León, a la que llevaba llegar cinco horas desde Lugo! 

Cómo no te van a llamar Señora, cuando cuentas que si un amigo llegaba tarde lo llamabas desde una cabina, y si ya había salido de casa, te sentabas en un portal y le esperabas en la calle lo que hiciese falta para irte a una ... sala de máquinas ... eres una reliquia!

Cómo no te van a llamar Señora, si has conocido los videoclubs y los domingos te veías todas las de 007, alquiladas con un bono de 25... carcamal!

No te vayas a creer que eres joven porque hayas estado en un ciber chateando en el irc, ni porque hayas ido al cine a ver Indendence day, porque siento decirte que la estrenaron en el año 1996. Vamos, que eres tan joven como aquel que al salir de ver Independence day, te decía que había visto Star Wars en el cine.

Cómo no te van a llamar Señora si recuerdas que para ir a Portugal había que llevar un pasaporte y pasar por una frontera ... tienes más años que Matusalem!

Pues sobre este tema estuve yo reflexionando a la vuelta de la excursión que el pasado sábado nos hicimos a la La Fortaleza en Portugal. La verdad es que madrugar un sábado para visitar este pueblo, famoso, al menos en toda Galicia, por sus toallas y trapos de cocina, es bastante de Señora.

Sí, sí. Antes de Primark, Ikea, Carrefour (que por cierto, si  sabes que antes se llamaba Continente ya puedes ir pensando en hacere un plan de pensiones), la gente se iba a Portugal a comprar toallas y trapos de cocina.

Pero las apariencias engañan. Y las señoras (y señores), que se iban a La Fortaleza a comprar el ajuar no nos contaban toda la verdad.

Lo primero que me sorprendió al conocerlo es que es una fortaleza de verdad, y lo que en principio parece evidente, se me había escapado, imagino que motivado porque siempre que había oído hablar de ella iba asociado a sus gangas en textiles del hogar.

La cuestión es que es un lugar muy agradable, si huyes de las aglomeraciones de los domingos y festivos (sobre todo de los festivos españoles). Tiene unas vistas de escándalo y una luz preciosa, está muy bien conservado, y se come de lujo. Bacalao, por supuesto.















Juro que nunca se lo reconoceré a la mayor amante de La Fortaleza que conozco, y seguiré metiéndome con ella cada vez que tenga ocasión, pero es una escapada agradable ... si eres una señora.